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¿Vale la pena pagar por una portada?


La respuesta a esta pregunta te la darás tú al terminar de leer el artículo.

En primer lugar, debemos tener consciencia de que hoy en día existen dos tipos de profesionales: los que aman lo que hacen y otros que cobran por hacer algo.

Este segundo tipo es el que más abunda y el que tiene tarifas más asequibles para la mayoría.


La portada no es solo la cara de nuestra obra ni el gancho para conseguir compradores,

la portada es también es un vínculo que cohesiona autor, obra y lector. Una buena portada no muestra la historia, sino invita a leerla.


Supongamos que la historia narra el testimonio de una mujer sometida a

un proceso judicial injusto que culmina con la victoria y libertad de la acusada. En lo primero que se piensa es en las bellas imágenes de la "Señora Justicia". Son imágenes realmente atractivas y con mucha carga emocional, pero les ocurre lo mismo que al "martillo de juez". Son figuras trilladas que el lector asociará con miles de historias similares.

Un factor determinante en una buena portada es la exclusividad que, junto al título y el contenido otorgarán un valor añadido a la obra en general, porque la personaliza. Para entender mejor la idea, vamos a poner un ejemplo de El fallo injusto:


A primera vista esta portada parecería acertada porque presenta detalles que hablan de qué trata el libro. Por ejemplo, adelanta que hay una lucha entre la justicia y la protagonista. Esta batalla es simbolizada mediante la espada y la balanza.

Detrás un cielo azul y despejado que sirve de fondo a una corona similar a la de Estatua de la Libertad. Todos estos elementos podrían parecer ideales para representar el espíritu de la novela.

Y es cierto, pero carecería de originalidad y está vacía de contenido.


Cuando se compara con la imagen siguiente, comienza a evidenciarse lo que hemos tratado de explicar. En la foto de abajo, hay una imagen poco conocida que funciona perfectamente con el contenido del libro porque lo complementa y despierta el interés del lector, ya que no revela si la protagonista está entrando o saliendo de una llave que simboliza la prisión, tampoco desvela si la trama es alrededor de un acusado, una jueza, una fiscal o una abogada. Esta es la verdadera función de la portada, es decir, crear una expectativa, un deseo de conocer qué hay más allá de lo que muestra. Es sencilla, explícita y exclusiva.


La ventaja de un diseñador profesional es que domina a la perfección el arte de los fotomontajes y los efectos especiales. Esto permite crear una imagen con mucha creatividad, toques artísticos y fantasiosos. También saben combinar las luces y las sombras, los relieves y hasta dar apariencia de tercera dimensión. De modo que permite la creación de portadas sensacionales,

pero (y siempre habrá un "pero"), no es lo que ocurre en la práctica.


A continuación mostramos ejemplos de lo que podría ocurrir cuando no supervisamos y confiamos plenamente en la ayuda profesional, incluidas las editoriales:


Seis libros con idéntica portada

Engaño al cliente






Publicadas por editoriales reconocidas

Esto no significa que todos los profesionales sean facilistas o deshonestos, exsiten muchos que ofrecen un trabajo de alta calidad y, aunque sus precios son altos, el resultado vale la pena.

Es el caso de una excelente diseñadora de portada de cuya obra tomamos tres ejemplos para explicar que no hay forma de que un artista escape de su estilo.

Es el caso del ejemplo que ponemos a continuación. Tienen una calidad indiscustible, pero se repite el patrón personal (similitud de colores, espada en mano).














Desde luego, es preferible que ocurra esto antes de los casos vistos más arriba, pero es una forma de explicar lo que tratamos de decir.

Ya la respuesta se está dando por sí misma.

Hablar de soluciones es difícil, por ejemplo, buscar un fotográfo profesional que esté fuera del mundo editorial y que domine el arte del fotomontaje. A ellos podríamos explicarles con detalles lo que deseamos para nuestra portada.

Mi recomendación más radical, es tomarse un tiempo y aprender las técnicas de edición fotográfica. Esto permite que, como escritor, amplíes el conocimiento de herramientas que siempre vas a necesitar y que te garantice una foto realmente exclusiva que transmita vívidamente lo que sientes como autor.

¡Siempre se puede un poco más!




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