Las personas escriben para comunicar una idea de la manera más clara posible y, en ocasiones, las normas ortográficas, gramaticales y lingüísticas tienen puntos de contradicción que nos pueden confundir y oscurecer el mensaje.
Esto se agravó con la llegada de la computadora y los programas de edición de textos que incluyen un sinnúmero de signos y tipos de letras que son usadas indiscriminadamente sin tener en cuenta las normas ortotipográficas.
¿Cuándo usar el guion?, ¿Cuándo la raya?, ¿Para qué son las negritas?, ¿Y la cursiva?
¿Son intercambiables las cursivas y las comillas?
Así, es habitual encontrar textos impresos y digitales, especialmente aquellos que tratan asuntos jurídicos o administrativos, en los que aparecen párrafos encerrados entre comillas y escritos con letra cursiva, lo que es redundante y grotesco, pues si lo que se pretende es acotar que se trata de una cita textual, basta con las comillas. Y si por razones estéticas se prefiere usar la letra cursiva, las comillas no son necesarias, pues basta con la información que se nos da al cambiar el tipo de letra.
De todas formas, para marcar que se trata de una cita, es mejor no usar nunca la cursiva y probar otros recursos como estrechar la caja del texto ampliando los márgenes o componerlo con un tamaño de letra más pequeño.
Estos son los principales casos en los debe usarse la cursiva:
1.- Dar énfasis y señalar al lector que una palabra común
puede resultarle ajena por ser un neologismo:
«En el futuro el bitcoin será la única moneda en el mundo».
2.- Para escribir locuciones o palabras provenientes de otros idiomas.
«Fue una idea innovadora de la RAE aceptar la concordancia ad sensum».
3.- Formar parte formar parte de una jerga o argot.
«El dúo Gente de Zona se ha pega’o en Europa».
4.- Como metalenguaje, es decir, cuando mencionamos una palabra a la que nos referiremos para explicar su uso o referirnos a ella de cualquier manera:
«Desapercibido es una de las palabras más curiosas dentro del idioma español».
5.- Cuando el autor quiere distanciarse de una palabra o expresión, en especial para expresar carga irónica o doble sentido. De este modo se evita dar a entender que se trata de palabras escritas o pronunciadas por otra persona:
«Mencionaré el lenguaje inclusivo por está de moda».
Solo el contexto nos indicará si este de moda es una ironía hacia los que se oponen o si es el propio autor quien está en desacuerdo con que se implemente ese lenguaje.
La ortotipografía viene a sustituir el lenguaje corporal que es invisible en un texto escrito.
¿Por qué debemos manejar este asunto con sentido común?
Las máquinas de escribir antiguas fueron inventadas y fabricadas por empresas de habla inglesa, por lo tanto, no tenían las comillas españolas («»). Esto trajo como consecuencia que los hispanos nos viéramos obligados a emplear las llamadas comillas inglesas ("") de las que ya es imposible deshacernos, por lo tanto, es uno mismo quien debe elegir el estilo al que quiere suscribirse, dependiendo de los medios que tengamos a nuestro alcance y a la actividad a la que nos dediquemos.
No es buena idea aferrarnos a implementar cada norma dictada por la RAE porque resultaría un texto plagado de cursivas, comillas, negritas y subrayados que atentarían contra la función básica de comunicar con precisión al distraer y confundir al lector que inconscientemente tratará de decodificar cada tipografía.
En caso de que sintamos que las reglas nos exigen este tipo de mezcla y saturación inapropiada, la solución es replantearnos la redacción del texto para evitar incurrir en errores, pero a su vez, crear una lectura cómoda.
Veamos un ejemplo. Según la RAE es correcto el uso de múltiples comillas en una misma oración:
Me dijo: «Me dormí en tu ponencia titulada “La cocina ‘políticamente correcta’”».
Y es cierto, gramaticalmente hablando, pero resulta de un gusto y una estética dudosos. Tanto que es un ejemplo forzado y cuando algo es forzado, es porque no es del todo correcto.
Ese mismo mensaje tomaría más claridad si se hubiera escrito:
Me dijo que se durmió en mi ponencia «La cocina políticamente correcta».
Me dijo que se durmió en mi ponencia «La cocina "políticamente correcta"».
Si eres de los que quieres aprovechar los procesadores de textos y usar las comillas españolas, ¡Adelante!, pero debes guardar uniformidad en todos tus textos y crear tu estilo al mismo tiempo que debes aprender algo de ortotipografía para evitar recargar tu escrito con todos los signos existentes.
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