En mayo del 2014, el Consejo de Ministros de la República de Cuba aprobó un incremento salarial a todos los trabajadores del sector de la salud, que en ese momento sumaban aproximadamente 440 mil.
Esta reforma fue considerable, ya que en la mayorÃa de los casos duplicó el salario anterior y en otros, lo triplicaba.
Esta medida tuvo como base la entrada financiera que, por concepto de exportación de servicios de salud, ascendió en 2014 a 8 200 millones de dólares, según el diario oficialista Granma.
Como era de esperar, muchos cubanos y cubanas vieron en esta nueva medida salarial la posibilidad de mejorar (aunque fuera un poco) la entrada mensual y, con ella, tomar un mÃnimo respiro dentro de la asfixiante polÃtica de salarios en la isla.
Como esta medida benefició a todos los trabajadores del sector, es decir, administrativos y de servicios (aparte del personal médico, estomatológico, técnico y de enfermerÃa), no fueron pocos los que abandonaron sus puestos de trabajos para emigrar al sector de la salud.
Es importante aclarar que entre estos trabajadores migrantes hubo maestros, abogados, bibliotecarios, y toda suerte de profesionales que en el 2014, y después de varias décadas de trabajo infructuoso y mal remunerado, prefirieron dejar sus oficinas, aulas y despachos e irse a trabajar como recepcionistas de un hospital, custodios, auxiliares de admisión o cualquier puesto de trabajo que les garantizara una mejorÃa económica para su familia.
La pregunta que pocos se han hecho
¿Qué ocurrirá con estos salarios si ya la fuente de ingresos por el concepto de servicios médicos se está agotando al no haber ingresos por Brasil y muy pronto no los habrá mediante Venezuela?
No hay que ser expertos para concluir que esos salarios ya son insostenibles y el gobierno no tardará en anunciarlo.
De modo que a las, ya, pésimas condiciones del sistema de salud en Cuba, habrá que sumarle el descontento y la deserción masiva de su personal.
Será el fin rotundo e irrecuperable de la falseada "potencia médica".
Fuentes Granma